¿Existe una explicación psicobiológica para la corrupción?
Por Saúl E. Morales
El informe más reciente del Barómetro global de la corrupción américa latina y el caribe 2019, muestra que el 53% de los latinoamericanos afirman que la corrupción aumentó en los pasados 12 meses en su país; además, el 85% opina que la corrupción en el gobierno es un problema grave.
73% sostiene que sufrirán represalias si denuncian casos de corrupción.
Para citar algunos ejemplos, en Brasil, Colombia, República Dominicana, México a más del 40% de las personas se le ofreció sobornos a cambio de votos. En Guatemala, Perú, México, Guyana, Barbados, Bahamas el 20% o más de las personas pagó soborno por servicios públicos.
Sabemos que la corrupción se da en todo tipo de organizaciones, desde el inocente “te doy un dulce si no le cuentas a mamá lo que hice”, hasta los más deshumanizados y millonarios sobornos pagados a las personas que se supone llegan a gobernar y no a saquear, un país.
El impacto de la corrupción en las organizaciones es evidente: se disminuye la competitividad, se encarecen los bienes y servicios, se desatienden las obligaciones críticas tales como la nutrición, la salud y la educación y se generan desigualdades socioeconómicas enormes.
Las conductas inmorales que acompañan a la corrupción tienen su origen en factores económicos y sociales que van desde la formación de valores hasta el escaso nivel de ingresos económicos de las personas.
Por ejemplo, el irrespeto casi total hacia la autoridad se ha generalizado, destruyendo así el andamio moral que sostiene a las organizaciones a través de sus jerarquías sociales. La tendencia generacional de pedir en lugar de dar. La enseñanza religiosa que afirma que el trabajo es un castigo divino o el refuerzo del machismo en el hogar, muchas veces impulsados por las mujeres, la sensación de carencia: la idea de que no hay suficiente, todo es limitado o todo se acaba, hace que las personas se abalancen sobre los recursos con el propósito de acapararlos o de obtenerlos para sí mismos en detrimento de los demás.
Es fácil entender que la corrupción resulta de estas y otras fallas sociales, lo que es un poco más difícil de percibir y concienciar es que la conducta delictiva tiene origen biológico, aunque es socialmente influenciable. La conducta del delincuente es una manifestación de sus propios conflictos psicológicos internos causados por su biología, así como por su entorno social.
El grupo 9FP / 81AC se mantiene en un constante observatorio e investigación de la conducta humana en las organizaciones. Nuestro sobre conductas delictivas más reciente arrojó la siguiente información acerca de este tema, luego de revisar 1,499 casos de personas nacidas entre 1,960 y 2,001.
Cómo impactan los factores psicobiológicos en las conductas extremas
Los principales factores psicobiológicos y sus gatilladores sociales que más inciden en las conductas delictivas o extremas se detallan en la tabla a continuación:
Porcentaje de incidencia | Factor psicobiológico presente | Condiciones sociales gatilladoras | Conductas mostradas |
18% | Trastorno por dependencia | La influencia negativa fuerte y marcada de otras personas o grupos La necesidad de apoyar a alguien en apuros | Delitos inducidos por otros Cómplice de conductas delictivas Violaciones a las normas para favorecer a otros |
14% | Trastorno antisocial | Violencia en el hogar o el ámbito social cercano en su infancia y adolescencia Le inculcaron pocos valores morales | Delincuencia con violencia Delitos contra la libertad sexual Toma y hace lo que desea Delitos contra la propiedad |
7% | Trastorno límite | Maltrato, abandono o sobreprotección de los padres | Pequeños hurtos |
Con base en esta información, conviene a los encargados de la integración de personas, verificar la presencia de las condiciones gatilladoras mencionadas mediante entrevistas, estudios socioeconómicos y pruebas psicométricas adecuadas.
¿Qué hace su organización para prevenir el comportamiento delictivo, en particular los actos de corrupción?